Las empresas privadas y públicas no están del todo preparadas para abordar situaciones de acoso laboral.
La mayoría de las veces no lo reconocen, otras no quieren responsabilizarse de ellas para no enfrentarse al problema y no tener problemas, y en otras son ellas mismas y su política de dirección quien pone personajes para realizar las conductas de maltrato hacia la persona que quieren anular psicológicamente para que se acabe marchando, perdiendo sus derechos. Habiéndose convertido esa persona en una amenaza para ellos, no siendo utilizable para las distintas acciones que quieren llevar a cabo y convertirse en persona molesta para ellos.
Es terrible observar cómo esas personas vienen destrozadas psicológicamente, sufriendo episodios depresivos, con llanto incontrolable, crisis de ansiedad, estrés, miedo y pánico a volver a sus puestos de trabajo, viéndose deterioradas las distintas áreas de su vida por lo que están sufriendo en sus entornos laborales (personal, familiar, social, profesional…), con un sentimiento de impotencia e indefensión que les invade al verse incapaces de controlar sus entornos laborales y a pesar de intentar buscar el por qué de lo que les está sucediendo e intentar solucionarlo nadie hace nada, viéndose SOLOS dentro de sus organizaciones e instituciones.
Ven como su autoestima se deteriora, como tergiversan la realidad y transmiten una imagen distorsionada de su persona, competencias y profesionalidad, transmitiendo de ellas ser una persona inestable emocionalmente, incompetente, poco preparada para el cargo o problemática sin ser nada de ello en absoluto. Todo ello es perverso ya que son conductas predeterminadas para anular a la persona destrozándole psicológicamente para que se acabe marchando, siendo difícil de probar para la víctima.
Consideremos todo ello un problema de salud laboral, aunque la empresa se empeñe en calificarlo como problema individual entre dos o más personas que no se llevan bien.
Muchas víctimas se ven obligadas a pasar por procesos judiciales siempre y cuando tengan suficientes pruebas para poder demostrar que enferman a causa del riesgo psicosocial que sufren en sus entornos laborales. En ocasiones la persona no tiene pruebas para demostrarlo lo único que hay es la opinión de la víctima frente al acosador y sus súbditos.